- El DF antibicentenario de J. M. Servín.
"Este es un libro antibicentenario", afirma en entrevista J. M. Servín sobre sus crónicas D. F. Confidencial (Editorial Almadía), "aquí se encuentran apostadores de perros, prostitutas, deformes, obesos, asesinos, un Michael Jackson pirata, cantineros, indigentes, estafadores, faquires en el Metro y ninis. Resuélveme eso y a lo mejor escribo algo que se llame Gente bonita egresada del doctorado y con mucho futuro".
Servín está imperturbable con su sombrero de pachuco, botas gasta- das, camisa de manga corta que deja ver parte de su tatuaje de serpiente, lentes de armazón grueso tras los cuales hay una mirada de cronista del detalle y piel gastada que hace juego con su barbilla que ya pinta algunas canas.
Minutos antes daba tragos pausados a su cerveza mientras disfrutaba los boleros de un trío de viejos que, si bien no interpretaban rap, punk o funk como preferiría, sí representan la herencia musical de su padre.
Servín es autor de Cuartos para gente sola, Por amor al dólar y Revólver de ojos amarillos. Pero, antes que escritor, fue indocumen- tado que trabajó en un campo de golf, cocinas, gasolineras, paleando nieve y de carnicero en un restaurante. Labores, asegura, que influyeron en su obra.
Instalados en la cantina La Mascota, el cronista dice que en su narrativa "de los bajos fondos" de la Ciudad de México muestra el amor por la ilegalidad de los chilangos, a quienes es común sorprender comprando piratería, estacionándose en doble fila o pagando reventa por ver a Luis Miguel.
-Me imagino que para alguien que todos los días viaja con chofer y guaruras le es imposible ver esta realidad -apunta Servín.
-Cita a algunos asesinos del Distrito Federal como El Matacuras, Goyo Cárdenas, el exluchador Pancho Valentino, Las Poquianchis y La Mataviejitas...
-Sí, porque estos son los criminales que le dan identidad a una ciudad y fortalecen su leyenda negra. Como en la Inglaterra decimonónica pudo haber sido Jack el Destripador o en Estados Unidos El Asesino del Zodiaco. Creo que la conjunción de una cobertura mediática con la atrocidad y singularidad de los crímenes los convierten en personajes típicos.
Algo que me llama la atención de La Mataviejitas, agrega el cronista, "es que desdice este mito generalizado por la cultura pop de que el asesino serial es inteligente, calculador y frío. Esta era una señora analfabeta que mataba por una locura muy particular. Y que atentó contra el pilar máximo del ideal de la familia: las abuelas".
-Menciona la importancia de la cábula y el albur en el DF...
-Sí. Tienen una función catártica. Pero lo chingón de la cábula es que no es agresiva, sino ayuda a fraternizar y es festiva. A diferencia del albur, cuya función es chingarse al otro, avergonzarlo, minimizarlo, cuestionarle su sexualidad o mentarle la madre. Por eso la cábula sí es bienvenida.
-Hay un apartado que dedica al virus de influenza porcina. ¿Qué le permitió al chilango enfrentar esta en- fermedad?
-Pues que si no te ha matado de hambre el gobierno, un coche en la calle o los tacos de carnitas de afuera del Metro, cómo te iba a matar una cosa de estas. Hay otras cosas a que tenerles miedo.
-Llama la atención su visita al cine XXX El Savoy.
-El cine porno es una liberación. Seguir considerando proscrita la industria del entretenimiento más poderosa del mundo me parece ridículo, mojigato. El porno ayuda a que cada quien disfrute su sexualidad como le dé su chin- gada gana. No debe haber ningún gobierno que te diga cómo te satisfaces o cómo buscas placer en la intimidad. A este país le hace falta más pornografía y menos violencia.
-¿Qué observó durante su experiencia etílica en las cantinas La bahía de Tangolunda, El Coop y El 33?
-Cuando estás borracho no observas, sólo vives y percibes. Y creo que mi observación como borracho sería lo menos indicado para decir que con eso hago periodismo, porque rompen mi libro. Entré a esas cantinas porque fue parte de una dinámica que yo mismo no planeé. Fui a dar a ellas como pude haber dado con un convento.
-Al igual que en su novela Cuartos para gente sola, en D. F. Confidencial habla de las peleas de perros. ¿Por qué?
-Porque me gustan mucho los perros, jamás los echaría a pelear. Di con los piteros cuando me robaron un perro y lo fui a encontrar peleando ahí. Y me interesó conocer cómo alguien puede establecer una relación afectiva con un animal para que crezca, se fortalezca y se mate en un combate.
-Parece que algunos personajes de sus crónicas son viejos conocidos suyos.
-Lo que pasa es que éste es un periodismo netamente testimonial. Por eso está en primera persona. El que aparezcan hermanos, familiares o conocidos es porque con ellos te involucras emocionalmente. Para narrar una historia hay que ver la manera de formar parte del mundo de tus personajes por unas horas o días.
Servín piensa que la capital está hecha de contradicciones como el albergar al hombre más rico del planeta en un lugar con muchos pobres. Por eso, y aunque odiaría ser jefe de gobierno de la ciudad, le divierte imaginar sus primeras acciones si un día al despertar se encontrara con semejante pesadilla.
-Despenalizaría las drogas, aboliría el trabajo asalariado, bajaría el precio del cigarro y del alcohol, me aseguraría de que las escuelas no fueran centros de formación de desempleados resentidos y empezaría con algunas expropiaciones...
Servín apresura su, ahora, tequila Centenario, se enfunda en una larga gabardina beige y sale para perderse entre las calles que muy bien podrían ser las páginas de su D. F. Confidencial.
PUBLICADO EN EL FINANCIERO
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