miércoles, 24 de noviembre de 2010
TUBO
Gana rusa primer torneo de tubo
Hace algunas noches se celebró la final del Concurso Erótica de Tubo Profesional, evento que en algunas ciudades de Estados Unidos ya es una tradición, pero que en estas latitudes se celebró por vez primera en la pista del legendario Solid Gold. Aquí los detalles del encuentro que ganó una rusa de personalidad darketa.
Al cinco para la media noche, ingreso al club de la calle Londres y subo las escaleras con la misma urgencia de cuando se llega a un estadio con el partido iniciado. En cuanto puedo, localizo al gerente y me presento:
—Soy Juan Alberto Vázquez, el primer reportero en México especializado en crónica teibolera.
—¿No me digas? A ver, espérame tantito…
El gerente, que se llama Ricardo y es un tipo sensacional, llama a gritos a uno de sus asistentes. Por un momento pienso que me van a sacar a la calle por farsante, pero para mi sorpresa el señor ordena:
—Ponle a este joven una silla frente a la pista, que va a formar parte del jurado.
De pronto el pequeño local —lleno hasta el último sillón de escotes pronunciados, piernas al aire y perfumes de embelezo—, se ilumina para mí. Todo sucede muy de prisa y en tres minutos ya tengo un whisky con soda, una hoja en la que pondré mis calificaciones y me hallo sentado en medio de un funcionario menor de Tlalnepantla y la hermosa Jimena Sánchez (incansable tuitera conocida bajo el nick @jimenaofficial fundadora del sexy-blog Mad Mamacitas), quien esta noche viene vestida como para infartar obispos. Mientras miro los tatuajes en la interminable piel de la bloggera e imagino los que esconde su escasa vestimenta, el manager presenta al jurado. Al mencionarme como el “reportero de la fuente table dance”, siento que por fin me hace justicia la Revolución. Algunas de las bailarinas que no concursan me miran intrigadas y una hasta me manda un beso. Al menos en lo que dura el evento me siento como parte del staff y no como un intruso al que buscarán despojar de sus ahorros.
Tantas madrugadas invertidas, decenas de miles de pesos gastados y una docena de artículos, entre crónicas y reflexiones, publicados bajo esta temática, recogen un simbólico fruto. Ya en la chamba, y valiéndome de mis conocimientos, juzgo que Mercedes, una rusa que trabaja en la sucursal San Ángel, tiene una cara angelical pero nulo conocimiento de la coreografía en tubo. La mujer más hermosa de esta y muchas semanas, pienso mientras brindo con Jimenita. Después llega el turno de Marla, de la sucursal Zona Rosa, y Ariadna, una ucraniana que trabaja en Santa Fe y practica tae kwon do. Cierra la primera tanda Julia, también de Solid Gold San Ángel.
En realidad poco hay qué comentar de las primeras rutinas, ya que ninguna de las leidis cuenta con las habilidades suficientes como para ser candidata al título. Hasta el momento lo más divertido del encuentro es la conducción de Ricardo el manager, locutor profesional que a ratos imita a Mario Vargas, aquella legendaria voz de WFM y Stereo 100, quien se especializó en exaltar la música disco. Más tarde, un representante de la empresa me aclara que desde su nacimiento, este club renegó de poner tubos en sus locales, pues los socios pensaban que “los acorrientaba”. Entonces, para organizar este evento hubo que romper el paradigma y poner a ensayar al elenco.
Para los últimos turnos saltó a la pista Aura, quien muestra un poquito más de destreza en el cilíndrico metal, pero la que mejores piruetas aéreas ensayó fue Karina, una rusa casi emo que trabaja en la misma sucursal de Londres, delgada, alta y distinguida, aunque no tan bella como la impresionante Mercedes. Para su fortuna era concurso de pole dancing, no de belleza.
No hubo mucho qué debatir con mis colegas, el funcionario de Tlane y Jimena la Mamacita. Sin duda la que más destacó fue esta última concursante, que se llevó los 5 mil pesos de premio, un trofeo, un tubo casero cortesía de X-Pole México, uno de los patrocinadores del show, y los aplausos de la concurrencia que de ese modo certificaron nuestra decisión.
El concurso no deja de ser un buen intento que de seguro irá agarrando forma en cuanto las bailarinas entrenen más enfocadas. Por mi parte, fue un honor ser su jurado, aunque al final tuviera que pagar por mis jaiboles. Ya qué.
Juan Alberto Vázquez
EN: http://impreso.milenio.com/node/8870086
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